El Papa pide oraciones por la iglesia en CHINA

Llamamiento durante la Audiencia General

Ordination d'un évêque chinois:  une "grave violation de la liberté religieuse"

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 1 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI lanzó hoy un llamamiento a los católicos de todo el mundo para que recen por la Iglesia en China, al concluir la Audiencia General en el Aula Pablo VI.

“Encomiendo a vuestras oraciones y a las de los católicos de todo el mundo a la Iglesia en China, que, como sabéis, está viviendo momentos particularmente difíciles”, dijo, en referencia a la ordenación episcopal ilícita celebrada el pasado 20 de noviembre en China.

Benedicto XVI destacó: “Pedimos a la Bienaventurada Virgen María, Auxilio de los Cristianos, que sostenga a todos los obispos chinos, tan queridos por mí, para que den testimonio de su fe con valor, poniendo toda esperanza en el Salvador que esperamos”.

“Confiemos también a la Virgen a todos los católicos de ese amado país, para que, con su intercesión, puedan realizar una auténtica existencia cristiana en comunión con la Iglesia universal, contribuyendo así también a la armonía y al bien común de su noble Pueblo”, añadió.

La Iglesia en China está viviendo momentos especialmente difíciles con la ordenación ilícita del padre Joseph Guo Jincai como obispo de Chendge, celebrada el pasado 20 de noviembre sin mandato apostólico y a pesar de la oposición explícita de la Santa Sede.

El Papa no ocultó entonces su “profunda amargura” ante la decisión de las autoridades chinas de seguir adelante con esta ordenación, que considera que contradice “la atmósfera de respeto, fatigosamente creada con la Santa Sede y con la Iglesia católica a través de las recientes ordenaciones episcopales”.

La Santa Sede ha declarado que la ordenación del pasado 20 de noviembre en China “representa una dolorosa herida a la comunión eclesial y una grave violación de la disciplina católica”.

Además, el hecho de que diversos obispos hayan sido sometidos a “presiones y a restricciones de su propia libertad de movimiento, con el fin de forzarles a participar y a conferir la ordenación episcopal” constituye, según la Santa Sede, “una grave violación de la libertad de religión y de conciencia”.