Entrevista a Juan, estudiante claretiano

Juan ha terminado sus estudios de teología y espera poder ordenarse de sacerdote claretiano dentro de poco. Ha pasado el último mes en China compartiendo experiencias y ayudando en la misión. A su regreso a Manila ha pasado por Macao y aprovechamos para entrevistarlo.

¿Qué actividades tuviste en el último mes?
Provincia de Hunan, China

Mi primera escala fue en la provincia de Hunan que tiene unos 70 millones de habitantes. Allí pasé una semana en un centro que atiende a personas con necesidades especiales. Aprendí mucho conviviendo entre ellos. Unas religiosas atienden a estas personas con especial esmero.

 ¿Y después?

Luego me esperaban en la vecina provincia de Guizhou. Es un lugar hermoso por su naturaleza pero es una de las regiones más pobres de China y una de las más lluviosas: 270 días de lluvia al año.
Hermosos paisajes.
La cascada tiene 78 metros de caída y 101 metros de ancho.

Guizhou tiene 40 millones de habitantes [es del tamaño de Uruguay]. Un 60% de la población es analfabeta y una tercera parte de sus pueblos no disponen de comunicación por carretera.
Provincia de Guizhou, China

Estuviste en una parroquia…

Efectivamente, por contactos con otros amigos me invitaron a dar unas conferencias a la gente del lugar. Nos reuníamos por las tardes entre 20 y 30 personas, hambrientas de escuchar la Palabra de Dios.

¿Cómo son las parroquias allí?
Es una realidad muy especial. Los Misioneros franceses (MEP) estuvieron misionando en esta zona a principios del siglo pasado. Parte de su herencia son los hermosos templos que nos han dejado. La nueva administración china redujo tres diócesis a una sola: ¡hay 70 parroquias y solamente 20 sacerdotes!
Iglesia típica en Guiyang, capital de Guizhou, China
La misma iglesia por detrás.
Una Parroquia sin párroco…

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Me dices que la diócesis tiene dos obispos…

Sí, uno es el famoso obispo Aniceto Wang Chongyi, que sigue activo a sus 93 años; es muy acogedor y muy querido por la gente. Tuve una conversación muy amena con él.

Juan con el obispo Wang.

El otro obispo es mucho más joven, Pablo Xiao Zejiang. Fue consagrado en 2007 con la aprobación del Vaticano y del gobierno chino.
Obispo Pablo Xiao Zejiang
Juan con el obispo Xiao.

Ambos me recibieron con los brazos abiertos…y me invitaron para que me quedara como misionero en la diócesis. El obispo Xiao es muy activo y dado a la gente. Dice conocer al 80% de los católicos de la inmensa diócesis.

¿Qué otras actividades tuviste en la ciudad de Guinyan?

Allí también me esperaban unas 20 religiosas para un retiro espiritual. Tuvimos 8 días de reflexión, compartir, oración, crecimiento personal, vida comunitaria. Una experiencia muy especial para mí ya que no solo pude dar algo de lo aprendido en 10 años de formación, sino también recibir a través del testimonio y compromiso de esta comunidad.
Un momento de oración durante el retiro.
Los dos obispos nos acompañaron en algunos momentos del retiro.
El obispo Xiao y el grupo de religiosas luego del retiro.

¿A qué se dedican estas religiosas?

Están al servicio de la diócesis. Y con solo 20 sacerdotes para 70 parroquias, las religiosas se dedican a atender estas parroquias, encargadas de toda la labor pastoral, en coordinación con los obispos y los sacerdotes.

Me dices que es una Iglesia martirial…

Allí se encuentran las tumbas de varios mártires que se remontan a la dinastía Ching y algunos durante la revolución cultural: sacerdotes, seminaristas, laicos. Una de las religiosas más ancianas conoce estas historias muy bien y con ella he compartido mucho tiempo. La Iglesia de Shaanxi recuerda con especial devoción a sus mártires.
Juan con la religiosa que compartió la vida de los mártires.
Tumba de los mártires.
Orando junto a los mártires.

¿Qué te llevas de esta experiencia en China?

China necesita más misioneros. El pueblo está sediento de alimento espiritual. Me impactaron muchos las historias de la gente que deben trabajar arduamente y quieren recuperar el sentido de la vida. No querían que me fuese… me pedían que me quedara más tiempo con ellos. Me impresionó la hospitalidad de esta gente y, en especial, de los obispos.

¿Y con las autoridades?

Hay que saber dialogar con las autoridades… muchos no tienen idea del cristianismo, pero son gente buena. Los misioneros franceses tenían grandes posesiones de tierra; ahora se está recuperando en parte y poniéndola al servicio del pueblo necesitado.

¿Qué vas a hacer ahora?

Ahora tengo la última etapa de mi preparación misionera, evaluar todas las experiencias vividas y espero tener oportunidad de volver a trabajar en China.